Mañana toca revisión en Sant Pau. Para nosotros no es un día particularmente amable. Tenemos que levantarnos a las 6 de la mañana, tenemos que levantar a Nicolás a las 6.30 y estar en el coche no más tarde de las 7 o nos arriesgamos a llegar pasadas las 8 al hospital y que la sala esté llena...
Una vez el papá logra aparcar, por supuesto en zona azul, tras dar por lo menos un par de vueltas a la manzana, sube al hospital de día donde con suerte, yo, mamá, ya estaré desvistiendo "al nene" en uno de los dos boxes con cama.
Por supuesto Nicolás, que no es tonto, no nos dejará su bracito tan fácilmente y rezongará y se quejará, aunque el pobre es tan valiente y está tan acostumbrado que ni llorará.
Y eso que durante el primer año de "alta" iba a 6 pinchazos por analítica, hasta 9 pinchazos aguantó una de las veces, en los pliegues de los brazos, en las muñecas, en las manos y hasta en los tobillos como último intento. Decían que estaba tan gordete que era difícil encontrarle las venitas, tan finas.
Ultimamente en eso hemos mejorado y en 1 o 2 intentos lo tenemos.
Desde septiembre tampoco le ponen tratamiento así que al menos no hará falta dejarle la vía puesta, analítica, tirita y listo.
Luego pasaremos el resto de la mañana de box a box o en la sala de espera o en los pasillos, deambulando e intentando distraer a un niño de casi 3 años que es un terremoto.
Yo también aprovecharé para ver a Leo y a su mamá que están en la habitación 13, la que una vez ocupamos nosotros.
Y poco más, a la 1 del mediodía vendrá la doctora, le explorará y en un pis pas nos contará los resultados del mes anterior, y si todo es normal: a correr. Hasta el mes siguiente!
Lo dejaremos con los yayos a pasar tranquilamente la tarde y nosotros al tajo.
Luego papá y yo pasaremos el resto de semana como si nos hubieran dado una paliza, pero con la alegría de haber pasado la prueba un mes más (o eso espero).
1 comentario:
Qua vaya muy muy muy bien!
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