Es que yo nunca había jugado con otros niños hasta este año. En verano, en "mi" pueblo (bueno, el pueblo de mi mamá, bueno, en realidad tampoco: es el pueblo de la yaya, pero es también mío), ya pude corretear y saltar y perseguir gatos y gallinas, y también estar con otros niños, y mis padres se ponían tan nerviosos como yo porque también eran novatos en eso: en dejarme así jugar, sin mascarilla ni esterillium.
Mis amiguitos del pueblo viven en sitios muy diferentes. Están Ioena y Olaia, dos hermanitas que viven en Jaca y su madre es francesa y a veces hablan y no las entiendo, y me iba con ellas a coger piñones y a tocar el silbato en fiestas. Mi primo David también jugaba conmigo al fútbol al principio hasta que vinieron sus amigos, es que es muy mayor. Sergi era un brutote, a veces se enfadaba con sus hermanos y tiraba piedras, pero en seguida se le olvidaba. Con Laia bailábamos mucho con su yayo en el corral de su casa, mi mamá no paraba de reírse cuando nos veía mover el pompis con las rancheras de Rocío Durcal. Laia vive en Madrid pero su padre es de Barcelona. Con Leire, Irene y Carla jugaba a veces, bueno, les quitaba el carrito de las muñecas y ellas se enfadaban conmigo (mujeres...). A Sara le pasaba algo parecido, pero tenía un pato en su garaje y me encantaba ir a verlo. Luego fui como a tres cumpleaños o más. Mis primeras fiestas de cumple!. Con piñata, pinturas y ganchitos!! De Aitor, Diego...Todos hijos de amigos de mamá de toda la vida. Ah y luego estaba Alba que me enseñaba a montar en bici. Venía cada día un ratito, me subía a mi triciclo y me lanzaba cuesta abajo, y aunque yo me quejaba un poco tengo que reconocer que me encantaba (pero es un secreto).
Ahora les echo un poco de menos pero la verdad es que tengo diecisiete amigos más en la guardería, ah y mi primita Valeria. Otro día os hablaré de ella.
Hasta mañana!
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