domingo, 8 de enero de 2012

El diagnóstico

El quinto día nos comunicaron dos cosas: una que le habían tenido que entubar y dos que ya tenían el diagnóstico.
Recuerdo esa tarde como algo muy lejano y que de repente te golpea la sien....mi marido y yo que veníamos a la visita de las 16.00, y que nos hacen pasar a un despacho pequeño, la doctora habitual y dos doctoras nuevas, con cara seria y descompuesta, y dos o tres personas más que no decían nada y nos miraban con pena.
Una de las doctoras nuevas se presentó como inmunóloga y nos decía que Nicolás tenía una mutación en el gen X que no le permitía fabricar linfocitos T, que los linfocitos T son los directores de la acción de defensa del organismo y que sin ellos, el niño quedaba expuesto a todo tipo de patógenos oportunistas. La única forma de que el niño generase esos linfocitos era el trasplante de médula o progenitores hematopoyéticos, y que en pediatría sólo se hace en la Vall d'Hebrón y en Sant Pau.
Después nos dijo que ya sabían qué le había provocado la pneumonía, y era el pneumocistis carinii, la peor clase de pneumonía, con una tasa de mortalidad del 60% o más de los casos y con pronóstico claramente desfavorable, que el niño estaba muy mal y que no creía que la fuera a superar, y que sólo entonces pondrían en marcha el protocolo de trasplante.
Escuchar aquello sabiendo que tu hijo está en la sala de al lado luchando por su vida es como si de repente te metieran en un ring en contra de tu voluntad y te empezaran a asestar golpes en la cara.
Te das cuenta que estás tú solo en la vida y que más allá de tus hijos no hay nada, y que todo lo demás no importa.

1 comentario:

Javier Álamo dijo...

Díos Mío, efectivamente uno se da cuenta de lo que realmente importa en la vida. A mi me ha cambiado el chip y veo la vida desde otra perspectiva.

Se me están saltando las lágrimas porque me estoy acordando de esa situación tan desagradable que nosotros también vivimos.