El otro día me llevé una sorpresa, una grata sorpresa. Me escribió un amigo del pueblo, al que sólo vemos de verano en verano. Resulta que una antigua compañera de trabajo le había llamado sorprendida para decirle que en un blog se mencionaba a sus niñas, Ioena y Olaia. Era un blog, le dijo, que escribía una madre sobre su hijo, trasplantado de médula con apenas diez meses de edad, por una inmunodeficiencia grave. ¿Os suena?
Mi amigo vive en Jaca y tiene dos niñas preciosas. Ioena, la mayor, de cinco años, fue la primera amiga que hizo Nicolás este verano en el pueblo. Se iban juntos a buscar piñones. Los llevábamos a por renacuajos, con otros niños. Y a cada ratito Ioena pasaba por nuestra puerta para preguntar qué hacía su amigo. Si ya había comido. Si estaba durmiendo. O si se bajaba con ella a la plaza. Es una niña extremadamente inteligente y sabe hablar francés (su idioma materno), castellano (el de su padre) e inglés, con total fluidez.
A los pocos días vino la pequeña, Olaia, con la misma edad que Nicolás y muy parecida a él, la verdad. Muy tranquila, segura de sí y sociable, y juntos compartieron tartas de cumpleaños, piñatas y muuuchas patatas fritas en los vermuts del bar, ah y los primeros minutos de baile en fiestas.
Su padre además, Alberto, forma parte de una familia a la que queremos mucho, y anda que no habremos compartido anastasias con sus hermanas estos veranos.
Así que una vez más hay que decir eso de "pero qué pequeño es el mundo".
Gracias por leerme y hasta Semana Santa!
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