Qué fría está la piscina de casa pero qué bien sienta la primera sesión de baño de la temporada.
Aunque fue un poco accidentada, porque tres veces se cayó el pobre, tres. Sólo llegar resbalón de Nicolás en las tablas de teca mojadas. Después, cuando ya se había bañado y estaba tapadito con la toalla, zas, otro planchazo. Y ya cuando nos íbamos, el tercer tropezón en la cuesta que sube a nuestra portería.
En fin, "gajes del oficio", que dicen en mi tierra.
Pero lo importante es que todos pudimos disfrutar de un buen chapuzón antes de que la piscina se llenara de bote en bote, que suele ser a partir del mediodía.
Y la verdad es que para ser tan pequeño y el agua estar tan fría, el tío fue un valiente, porque a mí me costó meterme pero es que él no tardó ni un segundo, en cuanto yo estuve dentro, él se tiró a mis brazos, con sus manguitos y empezó a chapotear y a salpicarnos a todos, tiritando eso sí.
Y ya no digamos con su padre. Papá le sacaba afuera, en el borde, y Nicolás se tiraba en bomba sin ningún tipo de miedo. Hasta otro padre tenía que ponerle de ejemplo para que su hija pequeña se metiera, que llevaba una buena rabieta.
Hasta aquí nuestro resumen de un día de baño en la Vila del Pingüí.
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