Nunca habíamos ido a ver las motos, la F1 infinidad de veces, porque la afición a papá le viene de antes de la locura desatada por Alonso y su marea azul y sus 140.000 seguidores, y habíamos ido a ver los coches ya cuando De la Rosa corría en Jaguar.
El caso es que en un primer momento dudamos porque ir a algo así con Nicolás podía ser agotador y no disfrutar ninguno, ni el niño, ni nosotros.
Pero todo ha salido muy bien. Incluso la lluvia ha perdonado la carrera. Y como esta vez teníamos plaza de parking asignada en el circuito y la carrera la podíamos ver desde el paddock de las marcas patrocinadoras, era ir del bar a la terraza y de la terraza a los sofás. Nada que ver con nuestros tiempos de pelouse y bocata de lomo.
Nicolás ha disfrutado la mañana y claro ha sido la mascotilla de las azafatas, porque ver a un niñito tan pequeño, de rojo "ducati", sentadito en los taburetes, con sus tapones en los oídos, poniéndose las botas de canapés y pasando olímpicamente de todo, no debe ser lo más habitual en ese mundillo.
Ah y hemos visto de cerca a Rossi y a Hayen, y a otros de otras categorías. La pena ha sido la caída de Pol Aspargaró, que ésa sí que hemos visto de cerca en la pis box.
Y en Moto GP ha ganado el mejor piloto, Lorenzo, tras un adelantamiento perfecto al segundo mejor, Pedrosa.
Así que creo que desde hoy tenemos un hijo motero. Qué le vamos a hacer.
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