Muy buenas. Ya de vuelta de un fin de semana intenso en Roma con el super-nene, por supuesto.
Era la primera vez que Nicolás viajaba en avión y la verdad que se portó de maravilla, sentadito, con el cinturón abrochado y mirando por la ventanilla curioso, atento al despegue (más digno que su madre, asustadiza como siempre que viaja en avión).
Luego el fin de semana fue genial y el tiempo acompañó, la verdad.
Además en todos los sitios era increíble cómo se volcaban con él, y es que tenemos comprobado que Nicolás causa sensación allá adonde va, por su carita siempre risueña, por su pelito rizado y sus ojos despiertos y alegres, por su manera de ser tan espontánea y abierta y porque aunque ya tenga tres añitos buenos es todavía un bebote grande, y lo que nos encanta.
En Italia le llamaban Niccola o Niccolò que es otra versión más noble del nombre, y "bimbo" por aquí, "bimbo" por allá, que si le regalaban cuadernos para pintar, o figuritas de cuento, o pastelitos en los sitios a los que íbamos a desayunar.
El sábado salíamos del hotel a las 10.30 y no volvíamos hasta la 1 de la madrugada, y es que Roma da de sí claro. Si le preguntas a Nicolás lo que más le gustó te dice: la Bocca de la Veritá (o lo que él llama la "cara de la mano grande"), tirar la moneda en la Fontana di Trevi, la Virgen de la cripta de Adriano (eso porque lo había pedido la yaya), la galería de arte de Alessandra y sobre todo corretear por la plazoleta del Pantheon al anochecer.
El domingo ya fue más tranquilo: piscina y Vaticano, que hay mucho que agradecer.
Y a dormir en el vuelo de vuelta!
Ciao a tutti!!
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