El pasado 13 de Noviembre en casa celebramos el "otro" cumpleaños de Nicolás.
Tres años de trasplante, madre mía, cómo pasa el tiempo.
Y parece que fue ayer cuando llegábamos al día 0 con los nervios a flor de piel, con la Gemma "gran" preparándole las dosis exactas de sus medicinas intravenosas, con las analíticas temblando de pura desnudez, con miles de preguntas que se nos agolpaban en la cabeza y que a lo mejor preferíamos no hacer por temor, superstición o vete tú a saber.
A la hora de la comida, comimos como pudimos. Vinieron todos a estar con nosotros, menos mi padre, pobre, que estaba ingresado en la Vall d'Hebrón porque el día de antes justamente le habían operado de la cadera, si es que a veces todo viene junto. Se quedó solo, esperando la llamada que le confirmara que todo había ido bien.
Era viernes. Ese día nos dejaron estar a los dos, a papá y a mamá, con nuestro peque.
A las 15.00 entró Sonia y le puso la medicación previa.
A las 16.00 entraban con la bolsa que contenía las células madre del cordón americano y que había llegado criogenizada desde Philadelphia por la mañana.
Y le trasfundieron las células mientras él jugaba sentadito en su cama-parque, ante la atenta supervisión de Sonia. Nosotros estábamos descolocados, a sabiendas de la importancia del momento, intentando estar a la altura de las circunstancias, con el poco de serenidad que nos quedaba después de todos esos meses de angustia.
En media hora, tres cuartos, ya estábamos.
Y desde entonces hasta hoy han pasado tres grandes años.
Feliz "otro" cumpleaños Nicolás, nuestro pequeño gran milagro, campeón de campeones.
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