jueves, 3 de enero de 2013

En unas Navidades de hace ya 4 años...

Creo que ya os he comentado alguna vez que ésta es la cuarta Navidad de Nicolás, y la tercera que pasamos en casa con él y sin contratiempos. 
Su primera Navidad la vivimos en una cámara de aislamiento del Hospital de Sant Pau y es inevitable volver a pensar en aquellos tiempos tan difíciles y recordar cómo pasábamos estos días festivos, ahora que las Navidades parecen ya otra cosa.

Lo bueno: las decoraciones de los pasillos y las salas, la guirnaldita que pusimos a la entrada de la segunda puerta de la habitación, el aire festivo del personal, las visitas de Papá Noel y Baltasar, las de los jugadores del Barça con su séquito de prensa pero con su indudable buena voluntad, y sobre todo las visitas de los amigos y el cariño de nuestra gente que no se apartaba de nuestro lado y nos mantenía entretenidos y al corriente de todo lo que ocurría más allá de aquellas paredes blancas.




Pero también las dudas, los análisis que no acababan, el sentimiento de impotencia de no saber cuándo podrías ver a tu hijo fuera de allí y libre de todo eso, las comidas navideñas más bien agridulces en casa de mis padres por no saber cuándo nos darían el alta, y de nuevo la fiebre en Nochevieja y la extracción del culpable: el catéter, los linfos T que se hacían los remolones, y sobre todo el miedo y la soledad de las noches en el hospital en la época más hogareña del año.

Pero todo eso va quedando cada vez más atrás, y cada Navidad fuera con Nicolás es más y más bonita.

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